jueves, septiembre 29, 2005

Arrogancia, la elegante palabra del que confía en sí mismo y en nadie más.

Hoy, después de haber librado magnas batallas con mi arrogancia, puedo decir con especulativa certeza, qué oportunidades he perdido y las revelaciones que de la sabiduría no he sabido escuchar, mi cuerpo se manifiesta y me he mirado al espejo con grandes heridas debido a que mi arrogancia me azota dia a dia; le puedo decir que esas batallas han resultado fatales.
Una particular batalla estoy viviendo en estos días, se trata de mi Altísima Arrogancia, que me ha dejado inmovilizado y se ha revelado con más frecuencia en estas semanas, me ha inmovilizado, incluso con mis escritos en este blog.


Cuando "pienso" es cuando se manifiesta en forma más clara y explícita, la arrogancia. Me quita espacio para escuchar y aprender de los otros. Me he visto en incontables ocasiones ausente de conversaciones enriquecedoras por el solo hecho de cerrar la boca y ocupar mi mente en pensar en lo que voy a decir.

Me ha generado dolores en el alma este ser arrogante.

Dejaré de darme gran importancia para dar paso a la sabiduría de los demás en mi vida. Hoy me abro paso al amor y a la sensibilidad. Este mal que me agita y me mantiene quieto en el camino hacia una cultura solidaria, será vencido por el cariño a sintonizarme con otros seres humanos para amar y cultivar una vida feliz.

"...La causa real de la arrogancia es la estupidez y la inhabilidad de comprender el conocimiento ofrecido. Sin embargo no hay otra medicina sino el conocimiento para curar la estupidez. ..."