miércoles, junio 15, 2005

Qué hacer

Hoy, en la penumbra de mi habitación, en la habitual noche de invierno, con lluvia y navegando en la red. Repentinamente se corta la energía eléctrica y se oyen, desde las cercanías, un grupo de sonidos lo más parecido a una balacera, que me dejó quieto, inmovilizado y con un sentir de fragilidad que no se lo quiero desear a alguien en la vida.
Para muchos es habitual, el sentimiento de desconfianza, que se siente en algunos barrios después de la bajada del sol (incluso en sectores de la ciudad, bajo el pleno resplendor de la luz del día) que tambien nos hacen y obligan a ver en las noticias del horario "prime" de tv, cuando los reporteros muestran cuantos asaltos a botillerias, farmacias, robos a hogares, etc. ocurren durante el día, como inventario de asaltos y violaciones a la solidaridad que obligadamente deben ocurrir, ya casi generando que lo habitual no se torne importante y, me invade, que lo frágiles que somos cada vez que pienso que soy un posible afectado o victima, de un asalto a mi libertad y a la confianza en los demás, sea un punto con el cual lidiar si o si en la cotidianeidad del día a día.
Qué dolor y qué angustia me da ese sentir que la vida, tan preciosa y bella, se esfume en un abrir y cerrar de ojos.
Lo que me pasa con la delincuencia en general, tambien lo siento, como sociedad y país, en la erradicación de la pobreza, en el aumento del acceso a una educación distinta, mejor, que enseñe a aprender a aprender, en el mal trato entre los transeúntes, en los desastres ecológicos, en las muertes en accidentes por irresponsabilidad, en la drogadicción, la violencia intrafamiliar, etc. Que, al parecer, por habitual que parece ser, es invisible, volviéndonos ciegos a lo hermoso que es compartir y convivir entre nosotros, pensando siempre en qué puedo ayudar al otro, a mi mismo, y preocuparme por su felicidad tal cual como el otro se preocupa de mi. El amor y la solidaridad, la preocupación por el entorno, nuestro medioambiente y muchas otras oportunidades de amar en la vida, se vuelven lejanas.
Muchos de los que conozco, amigos, vecinos, compañeros de colegio, etc. han perdido la urgencia y la ambición por generar amor, incluso a algunos leer o escuchar la palabra amor les parece chiste.
En estos últimos 3 meses de mi vida, he vuelto a sentir esa urgencia y esa necesidad de despertar y construir junto a otros una sociedad distinta a la adormecida por los abatares de aquellos violentadores de la solidaridad y la vida en convivencia.
y, para muestra un botón, mientras escribo, le pregunto a una amiga, en qué estamos juntos? me responde, desde la distancia de lo fisico y la cercanía del alma: en la noche de frio intenso en este invierno, en el emprendimiento, en la conversa, en el equipo, en la disciplina, en la amistad, en abrir nuevos mundos, en la sensibilidad, en la solidaridad y en el amor.
A despertar, a jugar y a tomarnos en serio que la vida es mejor en el amor y no en la desconfianza, tengo que poner urgencia en esto, sino, se me va la vida y no me di cuenta por estar viendo las noticias del horario prime.